Alicia Reyes, la nieta consentida de don Alfonso Reyes (“Tikis” la llamaba porque el intelectual amaba la zona maya de Tikal) está por presentar su libro Mosaicos antagónicos, que es una antología de poesías, cuentos, fotografías y algunos recuerdos de su legendario abuelo.
“Es una obra muy entrañable, porque contiene los aprendizajes que, como nieta, me tocó escuchar de él”, afirmó en entrevista Alicia Reyes, quien este 13 de junio cumple 72 años de vida y los celebra con el remozamiento de la Capilla Alfonsina, la histórica casa de su abuelo convertida en emblemático centro cultural y del que se ha hecho cargo a lo largo de los años.
“Está quedando preciosa, gracias al apoyo del Conaculta, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes”.
Comentó que desde hace un tiempo el reacondicionamiento se hizo muy necesario porque los 40 mil volúmenes que ahí se encontraban estaban demasiado apretados.
“Por lo menos 20 mil, la mitad, se tuvieron que ir a la Capilla Alfonsina de la Ciudad Universitaria del Estado de Nuevo León, sin embargo, este apoyo para preservar nuestro espacio de la ciudad de México dará nueva vida a nuestras actividades”.
Sobre el libro que acaba de concluir y cuya publicación fue apoyada por el gobierno de Nuevo León, dijo que se trata de un arcón colmado de recuerdos e imágenes de don Alfonso.
“Ahí están contenidas todas las narraciones que me contaba mi abuelo en relación de sus glorificados amigos como José Gaos, José Vasconcelos, Gabriela Mistral, Ramón Xirau, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Pablo González Casanova, Fernando Benítez, Jorge Luis Borges y muchísimos más”.
En este sentido, Alicia Reyes mencionó que no se debe olvidar que el primer Premio Internacional Alfonso Reyes fue para Jorge Luis Borges, en 1973, lo cual habla de la trascendencia de este galardón.
“Recuerdo que fuimos por él al Aeropuerto y siempre diré que el mejor poema dedicado a Alfonso Reyes, fue el que le compuso Jorge Luis Borges”. Alguna vez el inmortal escritor argentino explicó que Alfonso Reyes constituía, con su sola presencia, una institución gigantesca e inalcanzable.
“Esa apreciación describe con precisión lo que era mi abuelo como escritor, diplomático, alumno de Menéndez Pidal; como ensayista, con sus reflexiones estéticas, su trabajo como traductor y lector helenista apasionado”.
Aseguró que si cada mexicano conociera y aprovechara ese legado magnífico de su abuelo, quedaría satisfecho para siempre: “No volverá a tener hambre, ni sed, ni frío de dudas, porque todas sus preguntas encontrarán respuestas completas, plenas y sin fronteras”.
Esa es la razón, dijo, por la que casi toda su vida se ha dedicado a custodiar todo este legado.
“Mi mayor anhelo, hasta la fecha, es que las nuevas generaciones no se pierdan estos volúmenes, este tesoro del saber. No quiero que toda esta sabiduría permanezca quieta y misteriosa en los libreros, sino que gire y abra los espíritus jóvenes. Me encantaría que ingresaran, junto con mi abuelo, al mundo de su Virgilio, de su Descartes, de su Visión de Anáhuac, de su Ifigenia Cruel, de sus cuestiones estéticas.
“De esta manera desearía que el pueblo de México viva la fuerza de trabajo y del interés cultural que mi abuelo experimentó no sólo para enriquecerse a sí mismo, sino para lograr uno de sus máximos anhelos, a 53 años de su fallecimiento, el avance de la humanización para toda Hispanoamérica, Iberoamérica y América Latina”, concluyo Alicia Reyes.
