La Presunta Izquierda

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Debatir es una obligación democrática.

Poco a poco van agarrando color las campañas electorales, aunque les sigan faltando algo, sobre todo para prender a los votantes jóvenes, a los indecisos e indiferentes. En varios estados del país aún los electores no definen su voto, los candidatos tienen seguro el sufragio duro y el prometido por sus estructuras partidarias.
A ninguno de los tres (Andrés Manuel López Obrador, Josefina Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto) les alcanza con lo que tienen hasta ahora, necesitan de otras armas políticas para atraer más votos, como por ejemplo los debates políticos.
La gente que llega a los eventos, concentraciones y mítines de los aspirantes a la Presidencia de la República, en la mayoría de las ocasiones acude por obligación y necesidad, medio se salvan los actos de López Obrador.
Ver plazas o auditorios llenos de ninguna manera quiere decir que todos estarán formaditos para el día de la elección.
Por eso el primer debate propuesto para el próximo 6 de mayo puede despertar el interés de una parte de la sociedad, sin embargo hay algunos detallitos que buscan evitarlos.
Por ejemplo, Peña Nieto solo asistirá a los dos debates que organiza el IFE, no irá a otros que se propongan fuera de los oficiales. El aspirante tricolor tiene sus propios argumentos, piensa que por estar presuntamente arriba de las encuestas, no debe asistir a otros encuentros con sus dos principales adversarios.
Quiere foros a modo, espacios lucidores y sin que nadie lo cuestione o le diga algo, para él, lo más cómodo es estar entre los suyos, que le aplaudan y lo “apapachen”.
No les quiere dar juego, tampoco desea regalarles puntos a costa suya, se mantendrá en su postura. Por eso es falso su llamado de que quiere debatir, en realidad solo acudirá por obligación y no por convicción para poner en juego sus ideas políticas.
Tienen preparados sus escenarios, le dirán que hacer y cómo actuar, su guión será el de mostrarse como un candidato propositivo, que no pelea, que no divide y seguirá con sus clásicos compromisos, es obvio que no mirará e ignorará a sus dos adversarios.
Es un candidato que jamás se ha destacado por ser un líder, tampoco está en su agenda el de confrontar sus convicciones políticas. Fue formado como un cuadro de privilegios políticos y jamás le costó algo, llegar a los puestos de poder que tiene. Eso que los priistas llaman la “cultura del esfuerzo” en su candidato no se da.
Por otro lado, Vázquez Mota quiere debatir, pero solo entre ella y Peña Nieto, una situación irreal, porque su situación es lamentable y critica. Ha perdido puntos, sigue extraviada y su candidatura se ha debilitado.
Hoy busca ser la candidata que cuestiona y que habla fuerte, pero es igual a los priistas, quiere debatir para presumir que la disputa es solo entre el PAN y los del PRI.
El candidato de las izquierdas, tiene ideas, es un cuadro formado, tiene experiencia, capacidad y convicciones, por eso, es el principal impulsor de los debates ante la cerrazón de los priistas.
Los encuentros para discutir ideas, proyectos y propuestas deberían ser un ejercicio democrático que todos deberían de asumir, porque los ciudadanos quieren escuchar sus diferencias. Los mítines partidarios no sirven, solo recrean la repetición de lo mismo y son espacios para mentir.
En México no hemos aún logrado asentar los debates entre los electores, no los exigimos y tampoco presionamos para que los candidatos se midan en el terreno de la confrontación. Por eso las campañas se vuelven tediosas, aburridas, sin sentido y en nada ayudan a construir los valores democráticos que tanto se necesitan entre nosotros.
Hay que decir también, que se imponen los intereses políticos por evitarlos, cuando la obligación debe ser que haya todos los debates que sean necesarios.
Otro elemento negativo que frena el impulso para debatir, son los famosos formatos, nadie se pone de acuerdo y todos cuidan el interés de sus candidatos. Se reúnen días y días, para después salirnos con un formato acartonado y monótono.
Así de nada sirven los famosos encuentros para debatir propuestas, puesto que los controlan de tal modo, que los candidatos nada dicen y el tiempo se vuelve su peor enemigo. Otro dato es la utilización que se hacen los monopolios televisivos y algunos medios de comunicación, dependiendo a quien apoyen, al terminar de inmediato lo publicitan como el triunfador.
Esperemos que el 6 de mayo, por lo menos se ponga bueno, que de verdad debatan, propongan y que ninguno de los tres tenga miedo y nos digan a los ciudadanos que carajos quieren hacer con el país.
Finalmente, si de verdad quieren que los “chavos” salgan a votar el 1° de julio, deberán hacer hasta lo imposible por lograrlo, porque ellos ni los pelan y tampoco quieren escucharlos, sienten que no los toman en cuenta y solo los usan para llegar al poder.
La realidad de los jóvenes en nada es parecida a la de los políticos, por lo menos que los aspirantes les digan algo el 6 de mayo para que salgan a votar.