Las mujeres durante la intervención francesa tuvieron un papel importante, porque no sólo participaron en el campo de batalla, sino que actuaron como correos secretos o intermediarias durante el conflicto, afirmó la doctora Elva Rivera Gómez, investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.
Mujeres cuyos nombres no están en la historia oficial, pero sí en archivos y documentos que son una fuente importante de información para historiadores y desmitifican parte de la historia que hay en torno a quienes se puede considerar, señaló, fueron las antecesoras de la lucha por la igualdad de los géneros.
Dijo que en toda investigación histórica las fuentes documentales son importantes para resignificar el trabajo que realizan los especialistas y reconocer el pensamiento y actuar de las mujeres de distintas clases sociales y épocas.
Es evidente, asentó Rivera Gómez, que lo político se mezcla siempre con la vida cotidiana y un ejemplo fueron estas mujeres que se convirtieron en mensajeras secretas e intermediarias entre el ejército y la sociedad civil y tuvieron una participación importante con los grupos liberal y conservador.
“Tocar la vida cotidiana en la historia, es descubrir las acciones importantes que realizaron lo mismo mujeres pobres que aristócratas; es conocer su pensamiento y su actuar desde el ámbito social, económico y político”.
Durante la época de la intervención francesa pocas mujeres sabían leer y escribir y su educación era más confesional, sin embargo algunas escribieron documentos importantes que fueron rescatados por la historiadora Adelina Zendejas, quien fue una de las primeras mujeres del siglo XX en recuperar estas memorias escritas.
De esta forma hoy se conoce parte de la historia de Josefina Fernández de Ubiarco, quien con su familia resultó afectada durante el gobierno de Benito Juárez, a quien acudió para que les fueran devueltas sus propiedades, sin encontrar una respuesta positiva.
Buscando recuperar sus bienes, explicó la investigadora, se involucró con el grupo conservador y con la promesa de obtener sus bienes, una vez ganada la batalla que tenían con los liberales, se convirtió en correo secreto del embajador de Francia, para llevar una misiva al Emperador Napoleón III donde se le solicita envíe más tropas francesas a México, con el fin de terminar con el desorden que impera y que afecta a los amigos del Imperio.
Rivera Gómez recordó el relato que el historiador Lizt Arzubide hizo sobre el improvisado Hospital de Sangre que se instaló en la Plazuela de San José, donde las mujeres de la “sociedad poblana” se mezclaron con las mujeres pobres en la atención de los heridos en combate.
Las soldaderas que en el campo de batalla se arriesgaron a quitar las armas a los soldados franceses muertos en batalla para llevarlas a los miembros del ejército liberal, eran mujeres pobres que también fueron detenidas, ultrajadas y violadas.