Washington.- Un centenar de miembros de la Guardia Nacional de Estados Unidos se sumarán a las labores de búsqueda de víctimas entre las ruinas de la localidad de Paradise, California, informaron reportes de prensa.
Ese lugar fue arrasado hace casi una semana por el Camp Fire, el incendio más letal en la historia de dicho estado y causante hasta el momento de 48 fallecidos.
Tal cantidad de decesos superó a los 29 muertos del Griffith Park Fire, de 1933, considerado desde entonces como el más mortífero de estos acontecimientos.
Las mencionadas fuerzas, con entrenamiento para buscar e identificar restos humanos, reforzarán los equipos de recuperación, que están compuestos por médicos forenses, antropólogos y perros rastreadores.
Informaciones periodísticas agregaron que las labores abarcan lo poco que queda de Paradise, del condado de Butte en el norte californiano.
Según autoridades, las víctimas mortales han sido encontradas en sus hogares, autos incendiados o cerca de los vehículos, y el estado de los restos ha dificultado los trabajos de identificación.
Hasta ahora se dieron a conocer los nombres de tres fallecidos: Ernest Foss, Jesús Fernández y Carl Wiley, de 65, 48 y 77 años de edad y de Paradise, Concow y Magalia, todos pertenecientes a Butte.
Dicho incendio, que fue alimentado por un matorral espeso y seco y ganó intensidad gracias a fuertes vientos, es parte de una serie de tragedias similares atribuidas a períodos prolongados de sequía como expresión del cambio climático.
Además del Camp Fire, se desarrolló el Woolsey Fire, que provocó la muerte de dos personas, destruyó más de 400 estructuras y desplazó a unos 250 mil residentes del condado de Los Ángeles, en el sur.
Uno y otro fenómeno, a los cuales se adicionó el Hill Fire en la última demarcación referida, se encuentran bajo investigación, apuntaron los reportes de prensa.
Señalaron que dos empresas de servicios públicos, Southern California Edison y Pacific Gas & Electric, reportaron a los reguladores que tenían problemas con las líneas de transmisión o subestaciones en áreas cercanas a los lugares donde comenzaron las llamas.
