Washington.-La decisión del presidente Barack Obama de restablecer las relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba, provocó reacciones diversas en Estados Unidos, pero según expertos el balance es favorable a las posiciones del mandatario.
Las señales de apoyo a nivel global, desde el papa Francisco, hasta líderes latinoamericanos, asiáticos y europeos, tienden a legitimar dentro de Estados Unidos las intenciones del jefe de la Casa Blanca de eliminar las sanciones unilaterales impuestas a la isla desde hace más de medio siglo.
Los tradicionales oponentes a un vínculo normal con La Habana son los más activos en sus declaraciones contra el gobernante, entre otras cosas porque ven desvanecerse un tema que les proporciona una buena tajada en las contribuciones de sectores aún poderosos de la ultraderecha cubano-americana y sus conceptos desfasados en el tiempo.
Aunque el Congreso terminó en lo fundamental sus sesiones y la mayoría de los legisladores están fuera de sus oficinas, el tema Cuba se mantiene latente en declaraciones de sus figuras con más visibilidad pública.
Tanto en el Partido Demócrata como en el Republicano, existen partidarios y detractores de la nueva línea de Obama respecto a la isla caribeña y para algunos fue una sorpresa la posición de apoyo al gobernante adoptada en este asunto por el senador republicano Rand Paul, de conocidas posiciones de enfrentamiento al mandatario.
En las filas demócratas se destaca, entre otros muchos, la opinión de la jefa de la mayoría de esa organización política en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, quien considera que después de más de 50 años, es claro que la política del aislamiento de Cuba no sirve a los intereses del pueblo estadounidense ni a las aspiraciones de los cubanos.
El presidente Obama ha logrado un histórico avance diplomático que renueva nuestro liderazgo en el hemisferio occidental, por eso lo aplaudo a él y al secretario de Estado, John Kerry, por su visión y liderazgo en esta iniciativa, añadió Pelosi.
Por otra parte, según el diario The Hill, existe determinado nivel de consenso entre los republicanos que se atrincheran contra el Presidente en el tema Cuba, en particular las posiciones del exgobernador del estado de Florida Jeb Bush y el ultraconservador Ted Cruz, vinculado al movimiento conservador Tea Party.
Mención aparte merece el caso del senador Marco Rubio, también del partido rojo, quien en los últimos días expresó con furia sus posiciones anti-Obama a quien calificó del «peor negociador que hemos tenido en la Casa Blanca».
Rubio amenazó, incluso, con utilizar su eventual jefatura del Comité de Relaciones Exteriores del Senado a partir de enero para sabotear sus proyectos hacia la isla caribeña.
Bush hijo y Rubio tienen los ojos puestos en sus eventuales nominaciones para las presidenciales de noviembre de 2016, pero en particular para las primarias que tendrán lugar en el estado de Florida en marzo de ese año, como parte del proceso para seleccionar el candidato del partido rojo a los comicios presidenciales.
Estos personajes de la oposición se arriesgan a mantener posiciones contrarias a la corriente de la opinión pública estadounidense.
Una encuesta de la Universidad Internacional de Florida demostró este año que alrededor de 68 por ciento de los cubano-americanos favorecen el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y 52 por ciento de ellos están contra el bloqueo económico, comercial y financiero que Washington mantiene contra ese país.
Los conservadores corren además el riesgo de chocar con las posiciones de importantes sectores de negocios estadounidenses que han reiterado su intención de aprovechar las oportunidades que les abre un eventual comercio con Cuba.
En esa dirección se han expresado voceros de empresas como la cadena hotelera Marriott International, Caterpillar Inc., el mayor fabricante de maquinarias para la construcción y equipos de minería, Pepsi Cola, Deere & Company, de equipos agrícolas, así como Home Depot, distribuidor de productos de alta demanda.
