María Kodama, compañera del escritor Jorge Luis Borges, celebró la magna noche dedicada en el Palacio de Bellas Artes al autor fundamental de la cultura latinoamericana e ídolo de numerosas generaciones.
En la velada fue presentado el libro Borges y México de Miguel Capistrán, además de ser inaugurada la exposición fotográficaBorges en México: Crónica visual y literaria, con lo que dan inicio las actividades respaldadas por el Conaculta y el INBA en homenaje al autor.
Kodama recordó cuando acompañó a Borges en su segundo viaje a México para conocer la tierra de su gran amigo Alfonso Reyes.
“Fue una visita muy especial, en la que también tuvo muchos encuentros con Juan José Arreola, de quien decía estaba siempre en estado de agitación y le causaba muchas simpatías”.
En la velada estuvo presente Teresa Vicencio, directora del INBA, además del autor Miguel Capistrán, los fotógrafos Paulina Lavista y Rogelio Cuellar, el pintor Felipe Ehremberg, el director editorial de Random House Mondadori, Cristóbal Pera, y Eduardo Casar, quien fungió como moderador.
Miguel Capistrán relató que cuando comenzó a leer a Borges se convenció de que ese autor tenía que haber leído muchos cuentos de hadas y Las mil y una noches.
“Me propuse conocerlo y sería en 1976, cuando realicé un recorrido con estudiantes por Chile, que gracias a una amiga que me dio los datos para visitarlo… Recuerdo que llame por teléfono a la Biblioteca Nacional que él dirigía y, para mi sorpresa, él mismo me contestó”.
Al llegar a verlo, dijo, no sabía cómo dirigirse al famoso escritor, balbuceando una invitación para venir a México.
“Yo traté de ponerme muy propio en mi lenguaje, él me dijo que si yo era mexicano no íbamos a charlar, íbamos a platicar sin formalismos. El comenzó a contarme una anécdota sobre cómo conoció a Alfonso Reyes en casa de Victoria Ocampo, editora de la revista Sur”.
Capistrán dijo que Borges le confió que había una gran amistad con Alfonso Reyes, tanto que le pidió traducir algunas obras de Shelley, uno de sus poetas favoritos.
“En 1973 se crea el Premio Alfonso Reyes y yo participaba en el programa televisivo Encuentro, donde se traían invitados de todo el mundo, entonces yo invité a Borges a México en la coyuntura de este premio”.
Borges le contó que había soñado con Alfonso Reyes, a quien veía desde un barco y quien lo despedía con una banderita mexicana, lo cual le pareció un buen augurio para aceptar la invitación.
“Recuerdo que la madre de Borges me pidió que cuidara mucho a su hijo en México, porque ella no podía venir, por alguna razón se corrió la voz de su llegada y al aterrizar el avión en México me quedé impresionado de la cantidad de gente y periodistas que lanzaban vítores a su ídolo.
“Recuerdo que Borges me apretó del brazo, y yo dije para mis adentros ¡ya se enojó!, pero en realidad se sentía muy emocionado de visitar nuestro país, donde pasó una estancia maravillosa”.
Paulina Lavista confesó que tenía una idolatría por Borges y cuando se enteró de que estaría en el programa de televisión que se grababa en San Ildefonso quiso estar ahí.
“El conocer a ese gran autor que nos enamoró a los latinoamericanos fue muy emocionante y recuerdo que aquel día saqué algunas de las mejores fotos de mi vida”.
Felipe Ehremberg contó que conoció a Borges en 1978 en México, recibiéndolo en el avión para dibujarlo para una serie de 200 piezas.
Eran dibujos a los que yo llamo polaroids, porque los realizaba en unos cuantos trazos y además escribía al momento lo que estaba diciendo. Recuerdo que me convertí en un chicle pegado durante su visita, lo seguía a todas partes con mi libreta y mi pluma, sorteando a las muchedumbres que lo acosaban”.
Mencionó que durante el encuentro de Borges con Octavio Paz, curiosamente la rivalidad de las televisoras no permitió que hubiera cámaras, y él fue el único testigo, dibujándolos al estilo que se hace en los tribunales.