Las pinturas contenidas en el libro Sandra Pani. El bisturí óptico, “emergen de una profunda experiencia personal de la interrelación entre mi mundo interno y el mundo externo, entre lo simbólico y lo concreto. La experiencia de las similitudes en la esencia entre lo que experimentamos como cuerpo y árbol, a nivel concreto, y la realidad psíquica de ‘cuerpo’ y ‘árbol’, a nivel de su representación simbólica, fue la semilla que dio fruto a esta obra”, comenta la pintora, a propósito de la reciente aparición de la publicación.
En estas creaciones –continúa la creadora– “las referencias tanto al cuerpo como al árbol son veladas. Expresan un misterioso fenómeno que desde hace mucho tiempo me ha apasionado, tanto en el nivel de las formas como en el nivel psíquico: el hecho de que los seres vivos com¬partimos un diseño universal, aunque tenga diferentes variaciones, adaptaciones y permutaciones.
“Una ilustración de esto es el paralelismo entre la ligereza luminosa de la capilaridad de una hoja y las venas de una mano, o la verticalidad de la columna vertebral de un ser humano y el tronco de un árbol. El proceso de transformación de cuerpo en árbol a través de las semejanzas entre yo misma, mi psique, y el árbol en sí mismo, manifestadas en mi obra me ha permitido experimentar un cami¬no de reconexión con el estado primigenio, es decir, con la necesidad de re-ligare con los orígenes”, agrega Pani.
Editado por la Dirección General de Publicaciones (DGP) del Conaculta, en su colección Círculo de Arte, el libro Sandra Pani. El bisturí óptico, con textos de Salvador Elizondo y Alberto Blanco, está conformado por más de 30 obras pictóricas de la artista mexicana.
Sandra Pani es una creadora “cuya alma tiene por ahora la obsesión del cuerpo como complejo o síntesis de partes o de figuras que conforman una poética pictórica, es decir mental; son, por así decirlo, invenciones, variaciones, o fantasías anatómicas”, escribió Salvador Elizondo en 2003, en un texto que aparece en este libro.
No ilustran ningún tratado o atlas de anatomía –refirió Elizondo–; “su pretensión es, más bien, la del museo, más cerca de la scorticata de la Specola de Florencia que de ese terrible gabinete en Londres donde se guarda el esqueleto de Mr. Merrick, el Hombre Elefante. Esta pintura aspira a captar la esencia del cuerpo humano que no puede ser más que formal; el deseo de que el cuerpo sea alma y de que el alma sea visible mediante un signo: estos dibujos”.
Por su parte, Alberto Blanco señala que la pintura de Pani se halla muy lejos del narcisismo evidente de muchos pintores y dibujantes que se han abocado a autorretratarse obsesivamente.