La Biblioteca Histórica “José María Lafragua” y la Dirección General de Bibliotecas de la BUAP presentan “Códices Mexicanos Facsimilares, Primera parte”, en la Biblioteca 5 de Mayo del Complejo Cultural Universitario, donde se podrán apreciar siete documentos de una gran importancia histórica.
Dentro de los facsimilares que están a la vista en vitrinas de este recinto se encuentran las obras que corresponden a los códices Mendocino y Sierra Texupan, informó Mercedes Salomón Salazar, Jefa de Conservación de la Biblioteca Lafragua.
El Códice Mendocino o Códice Mendoza es llamado así porque fue el primer virrey de la Nueva España, Don Antonio de Mendoza, quien mandó a elaborar este manuscrito ilustrado en 1540, para enviar informes sobre los mexicas al Rey Carlos I.
El Códice fue realizado en papel europeo y pintado por escribas indígenas, quienes usaron el formato pictórico antiguo; contiene además descripciones escritas en español. “Es probablemente que sus fuentes procedan de varios códices originales que fueron copiados por tlacuilos (pintores de códices) o que alguna de sus partes fuese obra original de los indios especialistas”, explicó la funcionaria.
Una vez que se concluyó la elaboración del documento, éste fue enviado a Veracruz y embarcado en el puerto rumbo a España en el año de 1549, sin embargo, no llegó a su destino debido a que el barco en el que viajaba fue apresado por piratas franceses. Lo adquirió un cosmógrafo del rey francés, quien lo ensució hasta tres veces con su firma, posiblemente para demostrar su posesión.
Tras su muerte, el Códice Mendocino fue comprado por el geógrafo y embajador inglés Richard Hakiuyt, quien lo llevó a Londres, donde pasó por varias manos, hasta que fue legado a la biblioteca de consulta Bodleian de la Universidad de Oxford, donde se encuentra actualmente.
En la exposición de Códices Mexicanos, también se puede apreciar el que corresponde a Sierra Texupan: un libro de gastos de la comunidad de Santa Catalina Texupan, que se encuentra en la Mixteca alta de Oaxaca y que fue elaborado entre los años de 1551 y 1564.
Su característica está en su extensión, continuidad, prolijidad y exactitud de la información que proporciona y representa con pictografías la información. Los textos están en náhuatl, que era la lengua de los intérpretes que contribuyeron en el registro.
“El nahuatlato que ayudó a la elaboración de las cuentas, está asentado y retratado en la última hoja de la serie del Códice. Las entradas, que detallan los pesados gastos que debía asumir la comunidad, están acompañadas a su lado izquierdo, por pinturas de intensos y hermosos colores que fueron elaborados con pigmentos naturales que a la fecha no han palidecido”, detalló la maestra Salomón Salazar.
Las cantidades de dinero y de los productos, están representadas conforme a la aritmética vigesimal mesoamericana. A lo largo del documento se puede ver una rueda que es el símbolo del pueblo. Según la tradición Santa Catalina, que es la patrona de la comunidad, fue martirizada.
La escritura mixteca está también presente en el año que encabeza cada hoja: junto a su anotación en números arábigos aparece la figura que asemeja una A mayúscula, que significa el año en la escritura mixteca, completada con otros elementos de glifos calendáricos.
Este documento, que recientemente fue postulado para integrarse a Memoria del Mundo de la UNESCO, y el Códice Mendocino, entre otros, se pueden apreciar en la Biblioteca 5 de Mayo del CCU, de lunes a domingo de 9:00 a 20:00 horas, hasta el 15 de julio.