Hipólito Contreras
En el municipio de Jopala, Puebla, en la Sierra Norte, hay una comunidad olvidada, Monte de Chila, la que en el gobierno de Díaz Ordaz fue devastada, su población acribillada, masacrada, por elementos del ejército mexicano.
Un sobreviviente de aquellos hechos, don Manuel Pozos, recuerda que siendo niño en aquellos años, se dijo que los hechos delictivos que se presentaban en la comunidad llevaron a la presencia del ejército, la situación de inseguridad era insoportable, robos, secuestros, violaciones, etc., eran cometidos con impunidad por grupos de delincuentes, sin que las autoridades municipales y estatales pudieran hacer algo, pero cuando el gobierno federal actuó sólo ruinas quedaron.
Recuerda que en ese tiempo a Monte de Chila sólo se accedía a caballo o caminando por veredas, nadie quería ir a ese lugar, peor era paso obligado para ir a Villa Juárez y Hauauchinango, quienes transitaban por ese lugar tenían miedo y se consideraban con mucha suerte si no les ocurría nada, comerciantes, campesinos, iban por víveres.
Muchas veces encontraban cuerpos en estado de descomposición, eran de los que habían sido asaltados.
Recuerda que la mañana del uno de junio de 1965 el gobierno federal decidió intervenir con el fin de que se siguieran cometiendo delitos que tenían asolada a la población, 2000 elementos de infantería del ejército apoyado por tanquetas cercaron Monte de Chila, destacándose en poblaciones aledañas como Chicontla, Teolantongo y Tlapacoya.
“No dejaron entrar ni salir a nadie, a quienes llegaban al lugar les pedían identificación para verificara si pertenecían a la población, me acuerdo que se oía a lo lejos el sonido de metralletas y se veían en el cielo aviones de la fuerza aérea que peinaban la zona, dicen que de 500 personas que eran no quedó ni uno vivo, casas y la iglesia, las tiraron”
“Si logró escapar alguno no se sabrá nunca, santo remedio, la población por un tiempo volvió a la tranquilidad, con el paso del tiempo algunas personas acuden al lugar para ver qué encuentran, hubo mucha rapiña”.
“El templo quedó en ruinas, y su campana que es muy grande, quedó semienterrada, nadie se la ha podido llevar, quienes lo intentan les sucede algo que se ha convertido en leyenda, pues en el intento de sacarla y llevársela les agarra la noche, se quedan, al otro día la campana sigue en el mismo lugar”.
“Dicen que cada 24 de junio, día de San Juan, si está uno cerca de la zona se puede escuchara la campana tocando para misa, los gritos de la gente que masacraron y el tableteo de las metralletas”.
“Francamente yo si lo creo, la zona cuenta con una pequeña pista aérea, a pesar de que es una población pequeña tiene acceso por carretera, cuando a otros lugares sólo se accede por veredas”, concluyó don Manuel.