Existen dos indicadores de la dirección norte, uno de ellos es el geográfico, que está relacionado con el eje de rotación de la Tierra proyectado en el cielo, el cual se identifica como un lugar cercano a la estrella polar. El segundo es el que da el campo magnético del planeta, mismo que es bipolar, dando así un polo norte magnético; pero estas dos direcciones no coinciden.
«Se puede desviar hasta 15 grados el norte geográfico del magnético», es decir, el polo norte con una brújula puede estar hasta 15 grados desviado del polo norte geográfico, detalló el doctor Óscar Martínez Bravo, investigador de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP.
Explicó que debido a lo anterior, la proyección del Ecuador geográfico en el cielo no coincide con el magnético de la Tierra. En cambio la dirección que apuntan las brújulas es hacia el polo magnético, mientras que un GPS dirige hacia el norte geográfico.
El académico detalló que a este fenómeno se le denomina precesión, donde «el eje de rotación de la tierra describe un cono, que al proyectarse en la esfera celeste en el cielo se vuelve un círculo, por lo que todas las estrellas que estén en ese círculo pueden ser usadas para indicar la dirección del norte».
Por ejemplo, si una persona toma en cuenta las observaciones de los babilonios hace seis u ocho mil años, «la observación a la que correspondería el norte no corresponde a la posición de la estrella polar actual, sino a una estrella anterior llamada Thuban».
El domingo pasado se dio dicho ciclo de cambios de direcciones del norte -del eje de rotación- que ocurre cada 26 mil años. El fenómeno fue descubierto por Hiparco, quien observó los equinoccios, es decir, cuando el día y la noche duran lo mismo.
Este cambio repercute en la observación astronómica: «al buscar algún objeto celeste y considerando las coordenadas en un catálogo, se tendrán que corregir éstas por el tiempo transcurrido».
Por otra parte Martínez Bravo indicó que también el domingo 20 de mayo en Asia y Norteamérica se observó un eclipse anular, «la luna estuvo más cerca, pero su tamaño angular no fue el adecuado para crear un eclipse total por lo que sólo se vio el borde del Sol».
Desgraciadamente, «en México y en Puebla la mayoría del eclipse transcurrió después del atardecer y no hubo mucha oportunidad de disfrutarlo», agregó.
Comentó sobre el ciclo de saros de la época de los babilonios, palabra que en árabe significa repetición, donde cada 18 años se repiten los eclipses en el mismo lugar de la Tierra. Esta información es la misma para los anulares, totales y parciales.
El investigador informó que el próximo eclipse que se verá desde Puebla será en el 2014, el cual será parcial, pero un espectacular, un eclipse casi total, ocurrirá el 14 de octubre en el 2023.