Morena: apostasía y ambición de poder

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Sostengo que en Morena no hay principios ni proyecto serio de país, sino ambición vulgar de poder y riquezas. Así se explica que el carro lopezobradorista se haya llenado, en buena medida, de apóstatas oportunistas que ven en la ola morenista una inmejorable ocasión para seguir viviendo del erario. La sucia traición a sus partidos políticos, la deslealtad a los principios que defendieron en tanto les redituó ganancias contantes y sonantes, fueron enmascaradas ante la opinión pública con supuestos “renacimientos morales” y discursos de los interesados contra la “mafia del poder” y otras frases huecas e irracionales que se han puesto de moda en desdoro de la razón y la verdad. Al final, lo único que queda de los neomorenistas es un cambio meramente cosmético: un color por otro.

            Pero al final, la verdad debe salir a flote. En Puebla, por ejemplo, se ha documentado con cierta rigurosidad el hecho de que la mayoría de quienes antes eran priistas del círculo del exgobernador Mario Marín, célebre por los escándalos en su sexenio, son ahora las principales figuras de Morena en estas elecciones. Los ciudadanos saben que el candidato a Gobernador, Luis Miguel Barbosa Huerta, es morenista de oportunidad y saben que traicionó a su partido cuando éste ya no le aseguraba un lugar en la boleta. En la búsqueda desenfrenada del poder, se ha impuesto el más aberrante practicismo que ya no respeta ni principios, ni ideología, ni nada. Y para demostrarlo, van dos ejemplos.

Hace unos días, el nuevo candidato de Morena a la alcaldía de Atlixco, Puebla, el empresario cervecero Juan Antonio Villarroel, propuso a su adversario del PAN, Guillermo Velázquez Gutiérrez, una alianza para “evitar la llegada al Ayuntamiento” de Antorcha Campesina, representada en estas elecciones por la profesora Hersilia Córdova Morán.

            Revisemos la declaración del neomorenista Villarroel: “Sumándose uno al otro casi al final de las campañas dependiendo de quién lleve la delantera en las preferencias electorales. Por encima de los proyectos políticos personales o de grupo está la salvación de Atlixco y eso significa evitar la llegada al Ayuntamiento de esa organización (o sea, de Antorcha). Es de trascendencia no dejar en manos de personas extrañas nuestro gobierno”.

            Pienso, y creo que todo mundo estará de acuerdo, que el empresario cervecero comete una falta lógica de primaria: antes de andar proponiendo alianzas entre Morena y el PAN para evitar que “personas extrañas” gobiernen Atlixco, debería decirle a la ciudadanía por qué Antorcha Campesina no tiene los méritos para gobernar a este municipio. Es decir: ¿Cuáles son las razones por las que Antorcha Campesina no está preparada para gobernar? ¿Con base en qué afirma que somos extraños? ¿Por qué hay que “salvar” a Atlixco de Antorcha? Villarroel calla sobre estos puntos. Y no calla por ignorancia, sino mintiendo premeditadamente.

            Por otro lado, también debería explicarle a la ciudadanía por qué una mezcla tan extraña entre Morena y el PAN formará un proyecto viable de gobierno, superior al que propone la profesora Hersilia Córdova Morán, candidata del PRI a la alcaldía. O sea: ¿Cuál es el proyecto del PAN para gobernar? ¿Cuál es el proyecto de Morena? ¿En qué se parecen ambos? ¿Cuáles son las preocupaciones comunes para mejorar la vida de los atlixquenses? ¿Saben, unos y otros, cuáles son las preocupaciones de los atlixquenses? ¿Sabe Villarroel que la inseguridad, generada en el periodo panista de gobierno, es un tema candente en el municipio? Y, despues, de todo eso: ¿Por qué considera Villarroel que ese batuburrillo de “propuestas” es mejor que el proyecto de Gobierno que encabeza la profesora Hersilia Córdova Morán? También sobre estas cuestiones, Villarroel calla. Concluir algo, sin sustentarlo previamente, no es sólo un error de lógica básico sino una forma del pensamiento irracional para sacar adelante, con malas artes, “argumentos” que no tienen validez.

¿Y los principios del PAN? ¿Y los de Morena? ¿En dónde quedan? ¿En dónde queda el programa de cada partido? Aquí hay dos visiones distintas de país y de gobierno. ¿No estará Villarroel tratando de juntar el agua con el aceite? La mezcolanza de la “izquierda” y la derecha en México ya ha dado sus resultados y todo mundo sabe que se trata de gobiernos fallidos y fracasados. Nada de esto razona Villarroel. En su búsqueda del poder es capaz de aliarse con el diablo, de sellar alianzas con sus enemigos de ayer y con quien sea y como sea, aunque esto resulte un absurdo político y en absoluto carente de sentido.

En Atlixco, como en varios municipios de Puebla, Morena nació fracturada gracias a la venta indiscriminada de candidaturas que fue documentada por la prensa local y nacional. Recuerden que el que paga para llegar, llega para robar. Así, a dos semanas de las elecciones, Villarroel y Eleazar Pérez Sánchez traen un pleito de perros y gatos que parece no tener fin por hacerse de la candidatura. Dos videos que circulan en las redes sociales lanzados por los partidarios de los políticos en disputa desnudan a los dos candidatos de Morena a la alcaldía de Atlixco: en uno de ellos, Villarroel define a López Obrador un político “populachero” que dejará al país “muy mal” y arremete contra las propuestas del político tabasqueño. ¿No es esto una prueba de que en realidad él está haciendo campaña por el PAN? ¿No se explican así sus propuestas de alianza con Guillermo Velázquez? Todo ciudadano interesado en reflexionar debería darse cuenta de esto y negarle, por tanto, su apoyo en las elecciones. ¿Qué se puede esperar de un traidor a los principios? En otro video, que también circula en las redes sociales, se muestra el momento exacto en que los seguidores de uno y otro candidato se avientan sillas y vallas de metal para impedirse el paso al templete durante la visita de López Obrador a Atlixco. Así se dirimen las diferencias en Morena. El pleito casado entre los dos candidatos y la propuesta de alianzas con sus otrora enemigos son sólo el resultado lógico de la política practicista impulsada por su candidato a la presidencia de la República. Hasta aquí con Atlixco.

En Ocoyucan, municipio que hace frontera con la parte sur de la capital, ocurre algo similar: los candidatos del PAN, Morena, PVEM y PSI, intentaron sin éxito formar una alianza contra el candidato del PRI, el antorchista Rosendo Morales Sánchez. Pero la ambición de poder de cada uno de los candidatos reventó el acuerdo: todos quieren la alianza, pero todos quieren ser el candidato. Y nadie cede. Es más: se sabe que la noche del plebiscito los seguidores de los “aliacistas fracasos” terminaron a golpes. Una vez más: así se dirimen las diferencias en Morena. Y mi pregunta es la misma: ¿alguien en su sano juicio cree que este monstruo de mil cabezas puede hacer un gobierno serio y en beneficio de los ciudadanos? ¿No estamos ante la misma hambre de poder por el poder? Otra vez: ¿y los principios, señores de Morena? ¿En dónde quedan las banderas que dicen defender cuando los vemos arrastrarse en el lodo con tal de ser alcaldes, diputados, senadores o gobernadores?

El problema de las alianzas mal nacidas y peor engendradas en coyunturas políticas como la que vemos ahora es que le están atando las manos a quienes en estos momentos se presentan ante el electorado como un cambio del sistema de cosas. En las filas lopezobradoristas hay de todo: trapecistas, caciques, intelectuales reaccionarios, resentidos, hambrientos de poder y dinero, que son, evidentemente, personas opuestas a su proyecto de nación. De manera que López Obrador tiene frente a sí un gran problema: en el caso de querer llevarlo a cabo su proyecto (por el que se ha ganado a una parte del electorado), se topará con un dique de corrupción y oportunismo político construido por él mismo. O le cumple a los electores o le cumple a la mafia del poder a la que le abrió las puertas del partido en aras de ganar las elecciones. Y la historia nos ha enseñado en qué terminan esos experimentos. Ojalá que el electorado se dé cuenta de esto antes de que sea tarde y tengamos, todos, que lamentar el desegaño.

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