Ofrecen charla sobre ciencia ficción y futuros distorsionados en la Cineteca Nacional

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Desde sus primeros usos en el cine, la ciencia ficción ha funcionado como un medio para analizar, reflexionar y criticar el presente y vislumbrar el futuro de la sociedad. En el caso del cine mexicano, este género tan popular en otros países ha sido explorado en menos de un centenar de filmes, sin embargo se figura una nueva etapa en la que destacan películas que desde un imaginario científico buscan abordar problemáticas sociales y culturales del país.

 

Pero para llegar a esta etapa de contenido crítico y cuestionador, el cine de ciencia ficción en México ha tenido una evolución paulatina. Acerca de este interesante proceso, el Doctor en Letras Roberto Domínguez Cáceres ofreció la charla Imágenes distópicas y nuevas migraciones, dentro del ciclo de Conferencias sobre Cine Mexicano que coordina el Centro de Documentación de la Cineteca Nacional.

 

En la charla que se llevó a cabo este 13 de abril en la sala 4, Arcady Boytler, se hizo en primer lugar una revisión histórica de la ciencia ficción en México y sus exploraciones no sólo en el cine sino en la literatura y otras expresiones artísticas. El especialista puntualizó que, de acuerdo con sus investigaciones, la tradición de ciencia ficción en el país se remonta al año 1775 cuando en un pueblo de la península de Yucatán, Fray Manuel Antonio de Rivas publica el texto Sizigias y Cuadraturas Lunares, un breve relato que narra un viaje a la Luna.

 

Ya en el ámbito cinematográfico, desde los años cuarenta se comenzaron a producir filmes que introducen un imaginario de ciencia ficción en sus tramas. Entre estas primeras producciones destacan El moderno Barba Azul (Jaime Salvador, 1946), protagonizada por Ángel Garza y Buster Keaton; y El Supersabio (Miguel M. Delagado, 1948) en la que Cantinflas interpreta al ayudante de un inventor de un posible sustituto de gasolina a base de agua de mar.

 

Posteriormente, otra serie de películas mexicanas se estrena mezclando tanto el género de ciencia ficción como el de terror. Se trataba de cintas en las que se combinaron estos géneros con la lucha libre, la sexualidad y la acción: Santo vs. El Estrangulador (1963), Atacan las brujas (1964), Profanadores de tumbas (1965), El barón Brákola (1965) y la delirante Santo, el Enmascarado de Plata vs. la invasión de los marcianos (1966), entre muchas otras.

 

De acuerdo con el también investigador, no es hasta las décadas de los ochenta y noventa que el cine mexicano de ciencia ficción comienza a virar hacia una visión más crítica del entorno social y político del país. Los ejemplos más importantes de esta época son México 2000 (1981) de Rogelio A. González, una crítica cómica al estado de las cosas y las nociones de la pugna con la cultura estadunidense; Mutantes del año 2000 (1992) de Rubén Galindo Jr.; y Utopía-7 (1995) de Leopoldo Laborde.

 

La retrospectiva que Roberto Domínguez Cáceres ilustró con la proyección de fragmentos de algunos de estos largometrajes mencionados, serviría para analizar el contexto de la obra de Alex Rivera, uno de los directores contemporáneos más importantes que utilizan la ciencia ficción al analizar temáticas como la migración, el trabajo y el cruce de fronteras. De acuerdo con el también académico, “hay un cine de ciencia ficción que sirve para vislumbrar tecnologías fantásticas y hay otro que sirve para hacer una crítica del presente político y social, a través de las metáforas que permite este género cinematográfico, como en el destacado caso de Rivera”.

 

Alex Rivera, nacido en Estados Unidos y de ascendencia peruana, ha enfocado su trabajo cinematográfico a ilustrar a través de imaginarios tecnológicos y científicos problemáticas sociales. Desde su primera producción, el cortometraje Papapá (1995), su cine se ha caracterizado por una preocupación por la comunidad latina ilustrada a través del humor, la sátira y las metáforas.

 

Para finalizar la charla se proyectó el más reciente trabajo de Rivera, Sleep Dealer (2007), película que se estrenó en el Festival de Sundance 2008, y por el cual ganó dos premios, incluyendo el Waldo Salt por Mejor Guión. Su historia gira en torno a un futuro distópico en que las máquinas de construcción de edificios, los robots cosechadores de naranjas, son manipulados a distancia por un ejército de «ciber-braceros», que son personajes del tercer mundo que no llegan a cruzar la frontera.

 

Coordinado por el Centro de Documentación, este ciclo de charlas continuará nutriendo la oferta académica de la Cineteca Nacional ofreciendo, ahora los martes a las 18:00 horas en la Sala 4, Arcady Boytler, encuentros con especialistas en diversos sobre temas históricos y de género, siempre acompañados de la proyección de una película mexicana.

 

Continuando el ciclo, el martes 21 de abril se llevará a cabo la conferencia De espaldas mojadas a wetbacks: un mismo tema, una industria cambiante, a cargo de Rogelio Agrasánchez Jr. seguida de la proyección de Mojados.

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