Washington.-El estado norteamericano de Utah se encuentra hoy en el centro de la polémica luego de que su gobernador, Gary Herbert, aprobara la reautorización de los pelotones de fusilamiento para aplicar la pena máxima.
La decisión de Herbert, sancionada el lunes, devuelve los pelotones al único estado de la Unión que los ha empleado en los últimos 40 años.
Lamentamos que siempre alguien que cometa un horrible homicidio como el agravado, amerite pena de muerte, y preferimos usar este método que el de la inyección letal cuando la sentencia lo determine, defendió el portavoz del gobernador.
El promotor de la ley, el republicano Paul Ray, considera que la iniciativa facilitará el proceso para ejecutar sentencias, debido a que usarán francotiradores.
Es más rápido y decente, consideró Ray.
Sin embargo, la Unión Americana de Libertades Civiles de Utah rechazó la medida y la calificó de un instrumento «bárbaro y retrógrado».
La legislación precisa que el fusilamiento se usaría como alternativa si las drogas específicas para la pena de muerte no están disponibles 30 días antes de la ejecución, o si la inyección letal es considerada inconstitucional.
Utah dejó de ofrecer el fusilamiento como opción voluntaria en 2004.
La Cámara de Representantes del estado de Wyoming aprobó el mes pasado una ley similar, que también necesita el respaldo de la Cámara alta local y del gobernador, con la estipulación adicional de que quien vaya a ser ejecutado debe estar inconsciente al momento de recibir los disparos, según destacó la página digital del diario The Huffington Post.
Estos proyectos de legislación surgen luego de que la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos dictaminara la revisión el procedimiento de ejecuciones para la inyección letal que utiliza una combinación de drogas.
Persiste una escasez de estos productos específicos, debido a que compañías farmacéuticas se han negado a vender las sustancias para estos fines.
En los últimos meses se registraron múltiples errores al aplicarse la inyección letal en varios estados, hechos que avivaron los cuestionamientos contra la pena máxima.
Mereció especial atención el caso de Clayton Lockett, en Oklahoma, en abril de 2014, quien agonizó durante 43 minutos después de haber sido inyectado con un cóctel de dos drogas, el sedante midazolam y el analgésico hidromorfina, hasta que murió de un ataque al corazón.