Pablo Soriano.-
No hay plazo que no se cumpla. Llegó el día de toma de posesión de Donald Trump a la presidencia del país que lleva la corona de cabecilla del imperio capitalista. El mundo esperaba, con ansiedad y morbo, el inicio de este nuevo gobierno del señor Trump, pues desde su campaña estuvo prometiendo mano de hierro contra todo individuo, organización o gobierno que se oponga a sus proyectos de “volver a hacer grande a América”.
La novedad que yo encuentro en este personaje es su cinismo, su desvergüenza en declarar sus proyectos de modo agresivo y brutal. Tal vez hasta deberíamos agradecerle tanta franqueza que, como dije, más que franqueza es cinismo, pues de esa manera nos ayuda a entender mejor la psicología del hombre blanco.
El señor Trump es un perfecto representante del hombre blanco, el cual fue educado con la idea de que los blancos son la raza superior (supremacía blanca), elegida por la providencia para permanecer por siempre en la cima de la pirámide humana. Todas las demás razas son inferiores y su destino es servir al hombre blanco. Punto.
Esa manera de entender el mundo, de entenderse como perteneciente a la raza dominante, está en la base del desprecio que Donald Trump y sus seguidores demuestran contra las naciones latinoamericanas, africanas y asiáticas. A la misma comunidad negra de Estados Unidos les exigió su voto de manera vulgar: “¡Voten por mí, ¿qué demonios tienen que perder?!”. Y antes, en el 2018, se refirió a la gente de raza negra con estas palabras: “A las personas procedentes de países “de mierda” (refiriéndose a Haití y a todo el continente africano) no se les debe permitir que vayan a Estados Unidos ni animarlas a hacerlo”. Además, “los negros son generalmente criminales”.
En cuanto a los asiáticos (chinos, japoneses, coreanos, etc.), hay una larga historia de discriminación, pero estamos hablando de Donald Trump. Cuando surgió el Covid-19, de inmediato Trump acusó a los chinos de ser ellos los que llevaron el contagio a Estados Unidos; le llamó “virus chino”. Como consecuencia, sus seguidores, hombres blancos enfermos de xenofobia y racismo, abogaron por “matar a chinos, bombardear ciudades chinas y realizar ataques contra todo lo asiático”. El concepto de “peligro amarillo”, según el cual los blancos perciben a los asiáticos como enfermos y sucios, es muy viejo, pero en los tiempos de Trump se ha exacerbado.
¿Y qué opinión tiene Donald Trump de los morenos, de los grupos étnicos originarios del continente y todo tipo de mestizos que conforman Latinoamérica? Lean este caso aparecido en CNN: “En abril de 2020 el entonces presidente se enfureció cuando le informaron el precio que debía pagar por el funeral de la soldado del Ejército, Vanessa Guillén, de ascendencia mexicana, asesinada dentro de una base militar. Trump había prometido a los familiares pagar los gastos fúnebres, pero cuando le llegó la factura, de 60 mil dólares dijo: ‘No cuesta 60 mil dólares enterrar a una jodida mexicana’; y ordenó no pagarla”. Ese es el reelecto presidente de Estados Unidos.
Agreguemos estos otros dichos racistas y xenófobos de Trump contra ciudadanos latinoamericanos en Estados Unidos. Sobre los haitianos:
“¡Se están comiendo los perros; se están comiendo a los gatos!”
Sobre los venezolanos: “¡Son narcotraficantes, criminales, asesinos y violadores!”
Sobre los mexicanos: “Cuando México envía a su gente, no envía lo mejor (…) Están trayendo drogas, ¡están trayendo crimen, son violadores!”
Por último, me parece oportuno resaltar que Donald Trump llega de nuevo a la presidencia de Estados Unidos con la encomienda de los banqueros, petroleros, fabricantes de armas, etc., que mandan detrás de la silla presidencial, para que vuelva a poner a ese país en la cúspide mundial, que recupere la supremacía que va perdiendo, aunque para ello deba llevar al mundo a la tercera guerra mundial.
A los mexicanos, que seguiremos sufriendo las consecuencias de malas decisiones políticas de los gobiernos burgueses que mandan en el país, y que nos encontramos indefensos ante las amenazas de Trump (expulsar a millones de trabajadores indocumentados, invadirnos con el pretexto de acabar con los grupos del narcotráfico, cobrar aranceles del 25 por ciento a productos mexicanos, etc.), nos toca unificarnos alrededor de la única organización del pueblo de México: El Movimiento Antorchista Nacional. No hay otra manera de defendernos.