«… porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal. (Salmo 1:6)
Alguien me comentó que cuando la ira se manifieste la reconozca, pues como energía que es, me puede llevar a ser víctima. ¿Por qué empiezo con esto? Porque quiero relatar un asunto particular que me causó gran enojo pero con palabras de aliento de mis familiares y de muchos amigos que moralmente me han manifestado su apoyo, he tomado conciencia de la situación. Situación que creo que con la asistencia de Dios –soy creyente- y personas que, reitero, me han manifestado su apoyo, en lo particular lucharé con todo lo que tenga a mi alcance para defender el único patrimonio que junto con mi esposa, hemos construido durante nuestra existencia.
Resulta que un «amigo» Raúl Rodríguez Peñalva, ante su insistencia, un día decidí darle mi aval para que junto con su hija, Margarita Rodríguez Pallares, una inmobiliaria les proporcionara un departamento. Ella y un servidor signamos el contrato de arrendamiento y un pagaré que tendría una vigencia de un año. Ahora sé que nunca se debe hacer esto pues la buena fe no existe para gente sin escrúpulos y lobos con piel de oveja que sólo están a caza de gente, como quien esto escribe, para prácticamente robarle su patrimonio. Espero que mi caso sirva de alerta a quienes hacen el favor de leer mis colaboraciones que diariamente aparecen en este medio.
Antes de cumplir el año pactado hablé con Peñalva para recoger mi firma y dejar a salvo mi propiedad, una casa que adquirimos hace 40 años, a lo cual accedió comedidamente aunque me dijo que tenía un pequeño retraso pero no había ningún problema. Al acudir a la inmobiliaria, esto fue por el mes de marzo, me encontré con la noticia de que había un adeudo desde el mes de octubre de 2011 y que no podía retirar mi aval hasta que no se liquidaran las rentas atrasadas.
En esa fechas el multicitado «amigo» y yo tuvimos una plática con el abogado de la inmobiliaria y muy formal signó una carta compromiso para liquidar el adeudo en una fecha posterior. Este hecho fue una burla pues después me enteraron que ese documento era extrajudicial y no tenía nada que ver con lo que firmamos su hija Margarita y un servidor.
Continuaron mis visitas y encuentros con el leguleyo sin la presencia ni de don Raúl y menos de doña Margarita. Alguna ocasión Peñalva me citó en las oficinas de un conocido abogado y político de prosapia, que ocupó importantes cargos públicos y políticos. Cuando finalmente acudí el abogado me comentó que no había ningún compromiso con esa persona, que efectivamente iba al despacho para saber de un juicio de usucapión que le llevaba uno de los licenciados que trabaja allí. Hubo otras mentiras más en las que involucró a otros familiares pero.
En junio acudimos, Gracias a Dios, a la inmobiliaria y nuevamente el jurisconsulto inmobiliario luego de una charla determinó que el señor Peñalva firmara un pagaré por la cantidad de 50 mil pesos con vencimiento para el día 15 de agosto, para esas fechas, comentó don Raúl, ya se habría solucionado el juicio de usucapión de la propiedad que dice tener desde hace varios años pero que nunca pidió las escrituras al anterior propietario de la casa ubicada en San Manuel. No obstante todo ello desde que ocupó el departamento y aún cuando se venció el contrato nada se hizo ni se ha hecho por parte de la inmobiliaria para que lo desalojara.
A finales de junio el abogado me pidió 6 mil pesos para iniciar un juicio de desalojo. Esa cantidad, me dijo, era la mitad del costo de esta acción y lo hacía como una atención porque yo «siempre he colaborado». No accedí a ello porque no contaba, ni cuento ahora con esa cantidad. Qué bueno que no lo hice porque por lo visto en estos últimos días ya me tenían preparado un pastel completo para mi ¿Por qué digo esto? Por lo siguiente.
El día 10 de este mes recibí el llamado del abogado, Miguel Alejandro Salinas Silva citándome con urgencia para el siguiente día 11 a las 12:30 horas. Acudí puntual a la cita y allí me comentó que ya no aguantaba más las presiones del dueño del departamento y de la inmobiliaria y que entonces se tenía que actuar para lo cual yo tendría que estar el jueves 12 a las 9:45 horas en Ciudad Judicial y presentarme en el Juzgado Cuarto de lo Civil para signar un emplazamiento de un juicio mercantil.
Le inquirí ¿porqué yo y no Margarita? No desconozco que soy el aval pero creo que primero debe ser ella.
Necesitamos que usted firme para de inmediato se inicien los trámites y desalojar a don Raúl y a su hija porque ya no se tiene ninguna comunicación con ambos, fue su respuesta. Lo espero mañana, saque una copia de su credencial de elector, la enmica porque tiene que dejarla a la entrada de Ciudad Judicial y decir que la original la va a utilizar para identificación ante el diligenciario.
Cortés y atento me advirtió: si gusta llevar un abogado, hágalo. Que sea de toda su confianza pues hay muchos que se dedican a estafar, a engañar a la gente. Lean bien el documento y si hay alguna duda la resolvemos. Generoso me ofreció regalarme, endosarme, el pagaré que firmó Peñalva por 50 mil pesos para que yo nuevamente se lo endosara y entonces ya tenía un documento para cobrar el adeudo.
Por cuestiones familiares mi esposa y yo tuvimos que salir temprano de urgencia y me retrasé para acudir a la cita. El asunto me entretuvo varias horas y no pude comunicarme con el abogado para disculparme y fijar otro día pues en repetidas ocasiones le pedí quería que se sacara a esa gente del departamento porque el adeudo continuaba creciendo.
Una gran sorpresa tuve al llegar a mi hogar cuando me encontré una Notificación del Juzgado Primero Civil con el expediente 493 2012 con una demanda en mi contra que ya me tenían preparada desde hace tiempo esperando la ocasión propicia, donde me requieren un pago de 54 mil pesos.
En nuestra vida en muchas ocasiones nos encontramos frente a imprevistos, como el mío, pero hay otras donde con una lucha denodada como la que estoy iniciando, podemos remediar y revertir la situación. Muchos amigos abogados al conocer mi caso me han manifestado ayudarme, ya lo hace un familiar, en esta situación delicada donde está en juego mi patrimonio.
Pongo en conocimiento mi asunto no para presentarme como una víctima. Lo que hice fue de buena fe, tal vez habrá quien utilice otras palabras, pero fue consciente mi decisión que expongo como información para que quienes lean esto se cuiden de este tipo de sucesos que pensamos son golpes de la vida pero no es así, nosotros los creamos y nosotros con la Asistencia de Dios y seres de buena fe que siempre existen en nuestras familias y entre nuestras verdaderas amistades sabremos resolverlos para seguir adelante, seguir sirviendo a nuestros semejantes y avanzar en nuestra propia evolución.
Si ellos tratan de hacerme un daño o urdieron alguna intriga, sé que no tendrán un resultado positivo porque, Gracias al Señor que me ha dado la fortaleza y la fe y sobre todo me sanó del mal que me produjo la tensión nerviosa que me ocasionó el llegar a saber el estado de las cosas, hay quienes me ayudan y ayudarán a levantarme y a mantener mi propiedad.
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