Crisis política en el PAN
Rubén Moreno Medina
Uno de los efectos políticos que también dejo el pasado proceso electoral, fue mostrar el rostro oculto, desfigurado y en crisis de las tres principales fuerzas partidarias en México. Hoy los dirigentes nacionales tanto del PRI, PAN y PRD, han dicho que desean refundar y hacer las modificaciones estatutarias a sus partidos, quieren salvarse del rechazo de la sociedad civil, la verdad se ve en “chino” que lo hagan, los intereses de sus elites burocráticas pesan más que la realidad que enfrentan.
Por ejemplo, en estos tiempos los panistas son muy “chistosos”, extraños, simuladores, hipocritones y quieren esconder su fracaso electoral del pasado 1 de julio a como dé lugar, les espanta aceptar la verdad ante la opinión pública y no quieren escándalos políticos, buscan “en lo oscurito” que su partido salga lo menos lastimado posible. Esta derecha partidaria tiene miedo de aceptar la gran derrota electoral que se llevaron y como les cuesta mucho practicar la autocrítica, tal vez nunca puedan reformarse.
No es para menos, acaban de perder la Presidencia de la República y en consecuencia el poder político que mantuvieron por 12 años en el país. Si fracasaron fue por los grandes errores que cometieron como partido, por su incapacidad para gobernar bien y por el desgaste que no supieron administrar, aunado lo anterior a una pésima candidata y una jodida estrategia de campaña. Por más justificaciones políticas que traten de explicar y de darse “golpes de pecho” nada pueden hacer, quedaron en tercer lugar .
En estos momentos, como nunca antes lo han vivido, son un instituto partidario en plena crisis interna, están enfrascados en dos bloques y ambos buscan el control del PAN. Por eso y sin que medie ninguna regla escrita entre los panistas, el activismo del todavía presidente Felipe Calderón Hinojosa se ha intensificado con mucha fuerza entre diferentes grupos de consejeros para tratar de impulsar antes del 30 de noviembre a una asamblea nacional extraordinaria. A esto se oponen otro bloque encabezado por el dirigente nacional, Gustavo Madero, los Yunques y una mayoría de los dirigentes estatales.
Es claro, lo fundamental o prioritario para Calderón Hinojosa es su partido. Por eso, sus declaraciones de que debe “refundarse” o desaparecerá, en el fondo tal vez tenga razón por la derrota estrepitosa que sufrieron. Sin embargo un partido como Acción Nacional, de una gran tradición política y con presencia de su marca, difícilmente podrá desaparecer por mandato, tendrían que suceder otras cosas. La corriente calderonista quiere hacerse de la dirigencia partidaria. De ahí sus propuestas de modificar sus estatutos, los reglamentos de afiliación y membresía, su política de organización territorial, electoral y el espinoso asunto de los dineros públicos, algo deben saber para estar pidiendo el buen manejo de las finanzas.
Unos datitos para medio ver cómo quedó el PAN después del 1 de julio: en 2000 y 2006 triunfaron electoralmente, para 2012 la gente quedó defraudada de ellos, no cumplieron sus promesas y voto en su contra. Josefina Vázquez Mota sólo obtuvo 12 millones 786 mil 647 sufragios y quedó en un tercer lugar, tendrán 114 diputados federales y 38 senadores de la República. Coincidentemente se realizaron elecciones locales en 15 entidades del país en donde renovaron a los ayuntamientos, así como a los diputados y en seis de ellas se renovó a los gobernadores y al jefe de Gobierno en el Distrito Federal. Acción Nacional ganó sólo Jalisco. En los comicios pasados triunfo en tres estados, Compromiso por México ganó en 21 y Movimiento Progresista (PRD-PT-MC) ganó en 8. Hace seis años el PAN ganó en 16 entidades y la coalición Por el Bien de Todos (PRD-PT-MC) en los otros 16.
Bueno, en la próxima legislatura ninguna fuerza política tendrá mayoría simple. Ni en la Cámara de Diputados ni en la de Senadores ningún partido será mayoritario, aún con sus aliados, obtendrán 51 por ciento de los votos necesarios para cambiar las leyes ni 66 por ciento para modificar la Constitución. Esto le posibilita al blanquiazul tener vida parlamentaria, negociar y estar en el escenario político. Un asunto que les importa demasiado a las dos corrientes panistas, puesto que ambas quieren impulsar sus propias reformas llamadas “estructurales”.
El grupo más tradicionalista, conservador y reacio a modernizar las ideas de una derecha mexicana en plena crisis, no dejarán que los reformadores encabezados por Calderón Hinojosa les quiten el control de su franquicia azul.
Ambos bandos se preparan para todo y como nadie quiere asumir la derrota y sus costos, ahora que se reúna su Consejo Nacional, tanto la corriente de Calderón como los maderistas y yunquistas medirán fuerzas. Como son muy “exquisitos”, “presumidones”, cínicos, envidiosos, resentidos y muchos se la guardan aún a Calderón Hinojosa por no haberles dado “hueso” en la nómina, pues tal vez llegó la hora de cobrarle y evitarán que se adelante la Asamblea Nacional, único órgano partidario que puede definir el rumbo de dicho partido.
Felipe Calderón cuenta con cuatro expresidentes nacionales del partido —Luis H. Álvarez, Luis Felipe Bravo Mena, Germán Martínez y César Nava—. Gustavo Madero tiene la estructura partidaria, los recursos económicos y el apoyo de muchos panistas rancios. 381 son los integrantes del Consejo; Calderón tiene 190 y Madero cuentan con 191 votos. Para que puedan cambiar al actual dirigente nacional necesitan las dos terceras partes de su Consejo Nacional, es decir 254 consejeros nacionales y el presidente “demócrata” no los tiene. Para refundarlo necesitan mucha voluntad política y tampoco la tienen, para ser una derecha moderna, tolerante, democrática y no corrupta como lo son, necesitan de nuevas ideas, y tampoco se les da. Ahí veremos de qué están hechos cuando regresen a jugar nuevamente su papel de antes: ser oposición.
